Pero una vez llegas a la universidad, las cosas cambian...

Es verdad que era un día nublado, como parece que van a ser a partir de ahora todos los días en Pamplona según algunos profesores, pero cuando llegas a la puerta de la facultad aparecen muchas caras nuevas que le dan color. Todas con ojeras, nerviosas, tan perdidas como tú y sabes que no es tan malo ser nuevo, que todos están en tus mismas condiciones. Entonces te presentas a un grupo y comienzas a "hacer migas". Acudes a clase y tanteas al profesor. Tal vez por los nervios del inicio de un pequeño mundo nuevo, no consigues salir de tu mente y quieres saber si el profesor tiene ideas parecidas a las tuyas antes que si existió Homero o no. Vas observando a los compañeros y te dices a ti misma “con este chico me llevaré bien”, “con ella no”. Hasta que se acaba la clase, llega la hora de la comida y al conocerlos un poco te das cuenta de que se da el caso contrario y de que las apariencias engañan. Que prejuzgar no sirve mas que para equivocarse y que esa va a ser la primera lección del curso. Hay que informarse bien de las cosas, buscar, leer, comparar, antes de forjar una idea que en el mejor de los casos, es un cincuenta por ciento certera. Y así continúan los siguientes días, con la mente cual esponja que absorbe todo para tener el poder de conocer y así no equivocarse.
"Escribe mucho, lee más y pregúntalo todo."
Pero no tienes en la cabeza únicamente a las personas con las que estarás en contacto durante los próximos cuatro años, sino que compruebas que estás en el lugar correcto. Que tu decisión de formar parte de fcom es correcta. Y así clase tras clase, comunicación multimedia, oral y escrita, historia del mundo actual, de la comunicación, literatura y antropología, ves que de verdad es lo tuyo, que te va a ser de utilidad en un futuro que con un poco de esfuerzo será el soñado dedicándote a aquello que de verdad te hace feliz.